Seguí Caminando por Laferrere. Click acá...

lunes, 21 de septiembre de 2009

Entrega de libros Cuento Joven más yapa: El cuento por Bigstone o sea yo, Mallea... que lio.

El viernes 18 se entregaron los libros Cuento Joven 09 a los diez ganadores del concurso matancero, en donde uno de los diez cuentos es mio, y se llama Pensando en sus piernas no pienso, bajo el seudónimo de Bigstone. Seudónimo que utilice para el concurso y quedó adoptado en el libro también. El libro se repartirá en biblioteca y escuelas de la municipalidad, asi que busquenlo que esta bueno.
Como siempre, fotos...





Mi madre asistió al evento... :P


Estuvo el señor Juan Carlos Pallarols presentando un escudo.



Mi amigo el señor Daniel Argañaraz


El intendente de La Matanza Fernando Espinoza.






Ahora el libro:

Foto de tapa: Mordawski, Arte de tapa: María Fernanda Corzo


Y por último el cuento, pero solo la primera parte. La segunda para la semana que viene, jaja... Si no aguantan busquen el libro en alguna biblioteca.


extra... publicidad de la revista Escenario Cultural...



Pensando en tus piernas no pienso (1era parte)


Estábamos todos sentados allí, en esa mesa redonda. No sabía que era lo que yo hacía en ese lugar, pero por algo estaba acompañándolos, mirándolos, oyéndolos. Asustado. Muy asustado. La mesa era redonda, pero algo me hacía pensar que tenia puntas, igual que una mesa rectangular, parecidas a las mesas de familias, el padre sentado en la punta y todos alrededor. Aquí, en “la punta” de esta mesa redonda estaba un hombre muy grande y gordo. Su vestimenta era igual a la de todos en ese lugar, un traje negro y lentes haciendo juego. Una señal en su frente lo diferenciaba de los demás. Y tal cual lo dice la ley que explica que una masa grande atrae a las otras más pequeñas, en ese lugar pasaba lo mismo, por eso mi explicación de la mesa redonda con puntas. Alrededor del hombre con la frente marcada habían otras personas que estaban a su merced. Lo miraban. Quizás lo imitaban con poca suerte, porque eran un tercio del cuerpo de aquel jefe gordo. Si, me animo a decir que era jefe, tenía la actitud. El lugar era enorme, un edificio muy alto y muy grande, situado en alguna parte de La Matanza. Eso lo supongo, porque iba caminando por Laferrere cuando, extrañamente apareció un auto muy largo, estilo limousine y frenó en frente mío. Dos hombres bajaron, grandes ellos, pero no tanto como el de la marca en la frente. Me agarraron, sin mucho esfuerzo, y me metieron dentro del auto, luego la oscuridad lo fue todo hasta llegar a aquella mesa redonda. Recuerdo que no pude escuchar nada, sólo el respirar de esos hombres y el ruido del motor, que por cierto era muy silencioso. Muchas preguntas pasaban por mi cabeza, ¿Quiénes son? ¿A dónde me llevan? ¿Qué quieren?... de mí, como decía Coca. Algo me decía que no era un rapto común.
Sentado en esa silla, no tan alejada del gordo por cierto, en uno de mis lados observé que había un lugar vacío. En el asiento había un número, el número estaba esperando a ¿el número dos? ¿No tenían nombres estos tipos? Parece que no, porque al mirar más de cerca la frente del gordo sentado en la punta de la mesa redonda, veo que era un gran número uno, con algunos laureles y serpientes que no me dejaban antes diferenciar el significado del tatuaje. O sea, soy el número tres, porque del gordo a mí, nos separaba solo una silla vacía: la silla del número dos.
Increíblemente, en un determinado momento, sonidos salieron de algún lugar que no me di cuenta cual era. Campanas, platillos, una mezcla de todo. Lo relacionaba con un timbre, porque fue muy corto el sonido. Y cuando acabó, uno de la mesa redonda con puntas se paró y fue a abrir una puerta enorme, que parecía la entrada al lugar. Quizás vea algo del exterior que me de una pista de donde estoy. El hombrecillo llegando a la puerta se dignó a abrirla. Yo, sin preocupación de ver quien era el que entraba, me importó mucho más ver por arriba de la puerta, el exterior. Vaya sorpresa me llevé al ver que sólo oscuridad emergía de allí. Simplemente eso vi, nada más. Hasta juraría que polvo entró de afuera, tierra, no lo sé, algo raro había en ese lugar. Luego de mi desilusión me dediqué a ver quién era el que entraba de las oscuridades del afuera. Pude visualizar una bella silueta. Esas siluetas que sólo una mujer puede tener, pero que en ese caso, sólo esa mujer las tenía. Nunca vi un ser tan hermoso, casi celestial. Se dirigió, luego de entrar, al primero que estaba sentado en la mesa, al que tenía más cerca, y le dio un beso. Un beso de saludo que parecía algo más por su lentitud al darlo. Pero eso no fue sólo lo extraño, porque aquel beso fue repetido para uno y cada uno de los situados allí, como si no quisiera ir a donde tenía que ir, que supongo será la silla número dos. No sé porqué, pero cuando llegó a donde estaba yo, me dio un beso en la boca, tan dulce como su figura, y su rostro igual, hermoso, tal como no se vio nunca. Luego del beso me miró con sus manos en mi rostro y una cara angelical. Siguió hacia donde estaba el gordo de la frente marcada, que por cierto no me veía con cara amable. Se le situó atrás. Puso sus manos en los hombros del grandote. Pasaron unos segundos. Luego ella, lo besó empezando por su cuello grasoso, siguiendo por su boca carnosa, feamente ubicada en su cara. Fue un beso corto, juraría que el que me dio a mi duró mucho más, y su carita angelical no la tenía esta vez. –Siéntate.– le dijo el gordo a la mujer. Creo haber escuchado un suspiro por parte de ella. Recogió su vestido, el cual era largo, para poder sentarse. Sus piernas estaban descubiertas una vez ella sentada allí, y yo con disimulo no podía dejar de observarlas. Ella lo sabía y por eso me di cuenta que de a poquito, muy disimuladamente iba subiendo su vestido. Mientras tanto ella no me miraba, estaba seria, pero intuía que sentía algo por mí. Aquel beso en la boca, algo de importancia debía tener. El gordo se paró de aquella mesa con punta, sin moverse de su lugar. Yo devolví rápido la mirada, al techo, al frente, a cualquier lugar menos a las piernas de esa hermosa chica. Ella, por su parte, volvió a acomodar su vestido. El gordo, parado nos miró a todos. Increíble era que yo estuviese allí, sin quejarme aún, era lo que pensaba mientras el gordo nos seguía mirando. Luego de un rato miraba a todos menos a mí, no se porqué pero dejó de dirigir su mirada hacia donde yo estaba. –¡Tú! –Dijo, luego de señalar a un hombre alejado, casi en la otra punta. –Párate– El hombre se paró. El gordo le indicó luego que diera un paso atrás, mientras le seguía apuntando con el dedo. Sin discutir, dio un paso atrás, pero su rostro lleno de preocupación hacía ese paso demasiado lento, como si supiera que algo malo le iría a pasar. Era muy raro, que yo estuviera tan tranquilo, y aquel señor tan asustado, fui yo el raptado, no él. –¡Cubran ese lugar! Dijo, e inmediatamente, aquel vacío lugar por el hombre que dio un paso atrás, fue cubierto luego de que alguien sacara esa silla. Todos nos corrimos un poco. Estábamos mucho más cómodos. Creo que mi llegada fue causante de que estuviéramos apretados, y el paso atrás del señor acomodó un poco más las cosas. El gordo tocó un botón que tenía en su parte de la mesa. Otra vez sonidos raros, trompetas, platillos, pero breve, siempre breve, como un timbre. Dos hombres vinieron, se acercaron hacia donde estaba aquel personaje, y luego de mirar al gordo de la punta de la mesa redonda, se lo llevaron. Hacia dónde, no lo sé; pero si sé que se lo llevaban arrastrando, la cara de preocupado no se le iba, pero tampoco gritaba, diría que estaba resignado, sin ánimos de lucha. Igual a mi, cuando me llevaron en la limousine. Yo mientras tanto seguía pensando qué demonios hacía allí. Volvió el gordo a dirigirnos las miradas a todos, yo me dispuse a contar cuantos invitados éramos. Conté treinta y cinco, ¿Será que en la mesa hay lugar sólo para treinta y cinco personas? ¿Será que el hombre que se fue, es el que debía salir para que yo estuviera acá? ¿Este lugar tan raro, esta organización, que todavía no se ni de que se trata, querrá adoptarme como suyo? ¿Seré el número tres?
Por más preguntas que me hiciese no podía resolver nada. El gordo se volvió a sentar, todo se volvió un poco más tranquilo. Creo que todos los que estaban en esa mesa tenían miedo de ser el que debía dar el paso atrás. Mientras tanto, ella. Hermosa como ninguna, la seguía mirando.


Por Bigstone, que es Mallea


continuará...

Asi estuvo la feria del libro...

Miércoles 16 y sábado 19 estuve mostrando una mini-expo junto al stand de bibliotecas populares de La Matanza. En la ocasión realice caricaturas, conociendo a mucha gente que le atraen la caricatura. Aquí, unas fotos...

La entrada a la feria del libro municipal se llenaba cada dos por tres.
Nosotros estabamos en el primer stand.

En esta foto se ven la mini-expo.
Dibujando...

Fer... amigo que saco las fotos que estan apreciando. Gracias!

domingo, 13 de septiembre de 2009

2ª Feria del Libro Municipal en San Justo


2da Feria del libro municipal en San Justo.


Habrán múltiples stand, en uno de ellos estaré, haciendo caricaturas y exponiendo algunas ya hechas, junto a la biblioteca popular Madre Teresa de Virrey del Pino.


Para ver el programa haga click aqui





Expo en GEBA junto a un grande, Cilencio!







Valientes - según lo veo yo...




jueves, 10 de septiembre de 2009

Ricardo Darin en El secreto de sus ojos

Ricardo Darin
en El secreto de sus ojos
por Mallea